Nombrar las cosas
Novelar Centroamérica: la otra experiencia de Miguel Calderón
La novela Muertos que nunca mueren (1) del narrador costarricense Miguel Calderón Fernández nos trae de vuelta a un grupo de significativas personalidades de la historia de la ciudad de Pérez Zeledón, de Costa Rica, de Centroamérica y del Caribe. Pero nos regresa a esas figuras, ahora como personajes literarios, lo que permite al autor hacer una recreación de cada una de sus historias de vida.
Asistimos a un acercamiento único a sus biografías, a numerosas de las anécdotas y sucesos que hicieron de ellos, precisamente, grandes figuras, es decir, decisiones importantes que tomaron en momentos precisos, la eticidad de su conducta, la dedicación absoluta a una causa o los conflictos propios de un ser humano en situaciones límites.
Esta novela nos acerca a los héroes y, a su vez, aproxima los héroes al lector. Se acortan las distancias que a veces existen entre los grandes íconos de la historia de nuestros países y los ciudadanos del siglo XXI. Esos grandes artífices de la historia aquí aparecen dialogando. Es que pertenecen a una familia. Ellos también son esposos, padres, hijos, hermanos. Integran un núcleo social que también participa de la guerra estando lejos o cerca y es que la novela brinda numerosas y complejas historias personales y familiares más allá de las batallas.
Predomina en el relato una instancia en tercera persona omnisciente que presenta los diferentes personajes que sucesivamente aparecen en la acción. Estos, a su vez, se convierten en narradores que van contando cada una de sus historias de vida que casi todas son significativas por pequeñas que pudieran ser porque cada individuo que participa en una guerra tiene grandes anécdotas que contar. El general Tigerino, por ejemplo, es el personaje a través del cual se estructura la acción dramática. Va narrando a sus compañeros de lucha todas las hazañas bélicas en las que participó él o las grandes personalidades de la historia centroamericana que conoció.
El conflicto de las migraciones es otro de los ejes que se desliza en la acción dramática, pues la guerra es una de las causas de las migraciones forzadas: un fenómeno de actual preocupación en la región y numerosas zonas del planeta. Si un miembro de la familia emigra es una sensación parecida a cuando marcha hacia una guerra: nunca se sabe cuál será el destino que le asecha. Detrás queda una familia entre la incertidumbre y la espera, entre la ausencia y la pérdida. Son espacios en los que se pierde la dinámica familiar, a veces, para siempre. La novela brinda, en este sentido, un amplio prisma de personajes en situaciones límites.
La narración se detiene en numerosas ocasiones en la descripción pormenorizada de diferentes acciones combativas. Enfatiza en el arrojo y la valentía de sus líderes y combatientes; pero no aparece aquí la acción por la acción misma, sino para que reflexionemos de la mano del narrador sobre la guerra y sus nefastas consecuencias para el individuo, la familia, los pueblos, las ciudades, la sociedad.
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